
Pero bueno, cada uno está en el
sitio que quiere, cuando quiere y como quiere, para eso somos libres, pero esto
al menos debería ser efecto de reflexión cuando se critica porque se hace sin
ningún fundamento.
A algunos ni siquiera la lluvia
del Domingo de Ramos, del lunes, jueves o Viernes Santo les privó pasar frío y
humedad en la gran ciudad. ¡Hay que ser jartible!.

Los que miramos la luna sin ver
el dedo sabemos que ese lunes hay un Santísimo Cristo de la Buena Muerte de la
Piedad que está VIVO y abrazado a su cruz que sale a la calle por la tarde
acompañado desde hace cuatro años por una Banda Alcoreña de hombreras blancas y
cinturones morados.
El Viso se hace presente en
Córdoba cada Lunes Santo en la cofradía de la Vera-Cruz para atravesar el
puente romano de San Rafael, entrar en la Mezquita-Catedral, darse un paseo por
la carrera oficial de Ayuntamiento y Plaza de las Tendillas, para adentrarse en
las calles estrechas, antiguas y señeras de la Córdoba moruna y judía, para
volver a cruzar el arco del triunfo y el puente romano camino del popular
barrio del Campo de la Verdad.

Pero el premio al esfuerzo se lo
llevaron los chicos y chicas de nuestra banda cuando en el relevo los
costaleros se acercaron para aplaudirles, algo que nunca nos hubiéramos
esperado y que nos llenó de un tremendo orgullo y de una emoción incontenible.
Con esta alegría y subidos en una
nube, atravesamos el puente, con parada ante el santo protector de Córdoba
incluida para llegar con los sones de “La Pasión” a las puertas de la Iglesia
de San José, quedándonos embobados con las órdenes castizas y flamencas del
capataz del paso del Señor de los Reyes, Rafael Millán “Rafalín El Limpio” como le
conocen cariñosamente en esa querida ciudad de Córdoba, un gran artista del martillo.
La cara de satisfacción de los
hermanos cordobeses de la Vera-Cruz denotaban la gran jornada vivida, y en
nosotros el agradecimiento más sincero por dejárnosla vivir un año más.
Hoy siento que tenemos una deuda
con esta querida Hermandad, y espero que muy pronto podamos saldarla.
Así de gozoso fue nuestro Lunes
Santo. Al día siguiente el tiempo nos preparó sorpresas indeseadas, pero esto
es otra historia de la Semana de Dios.
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