martes, 17 de febrero de 2009

Vigésimosexta Estación: "Escenarios"


No se como me las averiguo que ando siempre subido en los escenarios, siempre delante de un micrófono, se ha convertido en mi mejor amigo. Aunque ha habido veces que me ha traicionado nunca me ha dado miedo acercarme a él y prestarle mi el sonido de mi voz para que este lo procese para amplificarlo y que todo el que tenga oidos pueda escucharme.

Mi amigo Porri me dijo el domingo pasado que si me "atrevía" a subirme al escenario del auditorio de la casa palacio de Mairena para entregar un regalo a uno de nuestros músicos de la Banda de la Merced. Los chavales, casi todos tambores, quisieron hacerle un homenaje a un compañero al que sus padres quieren quitar (lo han hecho ya) de la banda porque va mal en el instituto, (un módulo me dijo que estaba haciendo). Puñetas, desde que empezamos con la Banda el temor que siempre teníamos era que nos quitasen a los niños de la Banda por las malas notas y siempre hemos pedido a los chavales que lo primero es el cole, las notas tienen que ser buenas.

Después de seis años bregando con gente joven hemos llegado a vislumbrar que quitar a los niños de la Banda no es solución para nada. Si ustedes quieren puede llegar a ser una amenaza, pero de ahí a cumplirla, creo que no va a ningún sitio. No ganarán nada.

Dice mi amigo Porri (a la sazón el director musical de la Merced) dentro de su profesión de pedagogo que el peor rango de edad está comprendido entre los 12-16 años, que justamente son en los que los niños están en el instituto, por la falta de actividades. Si al niño le gusta el fútbol y se mete en algún deporte bien, si no pues toda la tarde "matando gatos" y sin nada que hacer.

Nosotros por cero euros empleamos hora y media casi dos de música, de amistad, de compañerismo. Empleamos este tiempo para la convivencia, para la enseñanza y sobre todo para la distracción. Cuando están con una corneta o con un tambor no tienen otras cosas en las manos ni en la mente.

Gracias al amplio abanico de edades nuestra gente se va abriendo a nuevos campos, a nuevas enseñanzas de la vida. Se comentan las experiencias y aprenden a convivir y a respetarse. No siempre es así, no todo es idílico, pero es lo que en todo momento pretendemos, creanme.

Me tocó salir al escenario, claro que me atreví, tengo el sentido del ridículo bastante atrofiado a estas alturas de la película. Allí encima les rogué a los padres que allí había y de los cuales en la gran mayoría hemos recibido comprensión, ayuda y colaboración, para que no castiguen a sus hijos con la retirada de la banda, que los animen ha estudiar, que trabajen con ellos para que estos tengan una disciplina y unas normas. Pero que no nos los quiten, por favor.

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