lunes, 2 de febrero de 2009

Vigésimoquinta Estación: Repelucos

Es lo que no deja de pasarme, escalofríos recorren mi alma cada vez que recuerdo a esa niña que falta de casa desde hace ya nueve días.
Repelucos de un padre de una niña que se pone en el pellejo de otro al que la vida le está jugando una mala pasada.
Tiritera a saber que estará pasando esa chiquilla de la que no se sabe nada desde hace ya nueve noches que no duerme en casa.
Dios mío, ¿dónde está Marta? ¿dónde estás Marta del Castillo? He conocido por los medios de comunicación que eres cofrade, que te apasiona el Cachorro, que te emociona la Hermandad de los Gitanos, que el Gran Poder es tu devoción, por ese motivo te traigo en estas letras para que el eco de mis palabras allá donde estés sepas que toda Sevilla, todo el mundo piensa en ti, en como te encontrarás, en tus padres que están en un sinvivir, en tus abuelos y tíos, en toda la gente que te quiere.
Marta si son manos indecentes las que te retienen, solo te pido una cosa, aguanta, aguanta hasta el final, que si es así no se saldrán con la suya, aquel o aquellos que te tengan retenidos pedirles sin descanso tu liberación, dejad libre a la niña por Dios y los santos del cielo, dejad a Marta disfrutad de su familia para que todos veamos los bonitos ojos verdes que seguro estarán anegados de lágrimas, porque no puede ser de otra manera. Y si es tu voluntad la que lo ha querido hacer pues al menos da una señal para tranquilidad de todos.
Siento un repeluco que recorre mi cuerpo, mi alma. Vuelve Marta, vuelve.
A todos y a todas pedid, rezad por Marta, que esto sea solo una pesadilla un mal sueño.

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